miércoles, 13 de julio de 2016

Yogananda: La ley del éxito



Nota: otro cerebro del pasado siglo del que podemos aprender algo. A los que se enfocan exclusivamente en el cristianismo establecido, que además rechazan lo que no sea de su cosecha, recordar esta cita de Saulo de Tarso "Que vuestro amor abunde más y más en ciencia y en todo conocimiento" (Filipenses 1:9)

Además de su gran obra Autobiografría de un yogui, Yogananda escribió otras obritas o se recopilaron sus conferencias, como es el caso, que se reproduce a continuación. En el enlace recién reseñado se puede leer online este libro, además de muchas informaciones, como el aprecio que personajes de renombre tenían de esta inteligente lectura, como Steve Jobs.


LA LEY DEL ÉXITO

¿Es posible que exista algún poder capaz de revelarnos ocultas vetas de
riquezas y tesoros insospechados?. ¿Existe alguna fuerza a la cual podamos
recurrir en nuestra búsqueda de la salud, la felicidad y la iluminación
espiritual?. Los santos y sabios de la India afirman que tal poder existe. Ellos
han demostrado la eficacia de los verdaderos principios espirituales, eficacia
que puede ser también comprobada por cualquiera de nosotros, siempre que
estemos dispuestos a estudiarlos y aplicarlos objetivamente.
Nuestro éxito en la vida no depende solamente de nuestra habilidad y
entrenamiento personales, sino también de nuestra decisión para aprovechar
las oportunidades que se nos presentan. Las oportunidades se crean en la vida;
ellas no vienen por azar. Todas las oportunidades que surgen en nuestro
sendero han sido creadas por nosotros mismos, ya sea en la actualidad o en el
pasado; un pasado que incluye nuestras vidas anteriores. Puesto que nosotros
mismos nos hemos ganado dichas oportunidades, hemos de aprovecharlas al
máximo.
Si hacéis uso de todos los medios externos accesibles, así como también
de vuestras habilidades naturales para vencer cada obstáculo que se presente
en vuestro sendero, desarrollaréis los poderes que Dios os ha otorgado:
poderes ilimitados, que fluyen de los potenciales más íntimos de vuestro ser.
Poseéis el poder de pensar y el poder de la voluntad: ¡Utilizad al máximo tales
dones divinos!.
Nosotros mismos somos los únicos responsables de nuestro destino.
Nadie más responderá por nuestras acciones cuando llegue el momento del
juicio final. Nuestra labor en el mundo — en la esfera en la cual nos ha
colocado nuestro propio karma, es decir, el efecto de nuestras acciones
pasadas — no puede ser desarrollada sino por una sola persona: nosotros
mismos. Y nuestro trabajo puede ser llamado, en verdad, un “éxito”,
únicamente en la medida en que ha servido en alguna forma a nuestro prójimo.

Vídeo: encuentro de Yogananda con la santa Anandamayi Ma


EL PODER DE LA INTERIORIZACIÓN

No es aconsejable revisar mentalmente un determinado problema en
forma constante. Conviene dejarlo descansar ocasionalmente, dándole así
tiempo para que se aclare por sí mismo; mas no permitáis que vuestra mente
descanse en forma tan prolongada que lleguéis a olvidaros completamente de
discernir. Aprovechad, más bien, dichos períodos de reposo para profundizar
más en vuestro interior, sumergiéndoos en la honda paz de vuestro íntimo Ser.
Entonces, una vez que estéis en armonía con vuestra propia alma, seréis
capaces de analizar todas vuestras acciones; y si apreciáis que vuestros
pensamientos o vuestras obras se han desviado de la meta, podréis corregir su
dirección. Este poder de divina “sintonización” (o armonización) puede
desarrollarse a través de la práctica y del esfuerzo.

LA VOLUNTAD ES EL MOTOR
Para triunfar en cualquier empresa, además de mantener nuestros
pensamientos en un nivel positivo, debemos emplear paralelamente el poder
de la voluntad y una actividad continua. Todo el mundo de las
manifestaciones externas no es sino el producto de la voluntad; mas dicho
poder no siempre es empleado en forma consciente. Así como existe una
voluntad consciente, existe también una voluntad mecánica. El motor de todos
nuestros poderes es la volición, la “fuerza de voluntad”. Sin ella, no podemos
caminar, conversar, trabajar, pensar o sentir. La voluntad es, pues, la fuente de
donde brotan todas nuestras acciones. Si quisiésemos suspender el ejercicio de
la voluntad, sería preciso que permaneciésemos tanto física como
mentalmente en la inactividad más absoluta, ya que en el mero acto de mover
una mano, por ejemplo, estamos haciendo uso de la voluntad. De hecho es
imposible vivir sin hacer uso de esta fuerza.
La voluntad mecánica consiste en el empleo del poder de la voluntad en
forma inconsciente. La voluntad consciente es una fuerza vital que se
acompaña siempre de determinación y de esfuerzo; es un motor que debería
dirigirse sabiamente. A medida que nos entrenamos en ejercer la voluntad en
forma consciente, y no mecánica, debemos paralelamente aseguramos de que
los objetivos perseguidos por tal voluntad sean constructivos y valiosos.
Con el objeto de desarrollar el poder dinámico de la voluntad, es útil
proponerse realizar algunas de las cosas que nos hayan parecido irrealizables
hasta aquí, comenzando primero por las más simples; luego, a medida que
nuestra confianza se fortalece y nuestra voluntad se torna más dinámica,
podemos intentar realizaciones más difíciles. Una vez que estemos seguros de
haber elegido bien nuestra meta, no debemos aceptar por ningún motivo
someternos al fracaso. Debe dedicarse toda la fuerza de la voluntad a la
consecución de un solo objetivo a la vez, sin dejar jamás algo a medio acabar
para emprender algo nuevo; se evita así la dispersión de energías.

PODEMOS CONTROLAR NUESTRO DESTINO
La mente es la creadora de todo. Es por ello que deberíamos dirigir
nuestra mente en tal forma que sólo cree el bien. Si nos aferramos a un
determinado pensamiento, aplicando en ello nuestra fuerza de voluntad
dinámica, dicho pensamiento llegará finalmente a manifestarse en forma
externa y tangible. Y es así que, cuando somos capaces de utilizar nuestra
voluntad con fines únicamente constructivos, nos convertimos en los amos de
nuestro propio destino.
Se han mencionado recientemente tres importantes vías a través de las
cuales es posible activar la voluntad, tomándola verdaderamente dinámica:
1) Elegid una tarea sencilla, o alguna actividad que jamás hayáis
dominado bien, y proponeos desarrollarla en forma exitosa.
2) Aseguraos de que vuestra elección ha recaído sobre algo factible y
constructivo a la vez, rechazando luego toda idea de fracaso.
3) Concentraos en un solo objetivo, aplicando todas vuestras
capacidades y aprovechando cuanta oportunidad se os presente para
materializar vuestro propósito. Mas debemos siempre procurar obtener la
certeza interior — nacida de la serena profundidad de nuestro más íntimo Ser
— de que lo que perseguimos es algo correcto, que nos conviene conseguir, y
que está de acuerdo con los designios divinos. Una vez obtenida dicha
seguridad, podemos entonces aplicar toda la fuerza de nuestra voluntad para
alcanzar nuestro objetivo, pero manteniendo siempre nuestros pensamientos
concentrados en Dios: la Fuente suprema de todo poder y de toda realización.
El cerebro humano es un almacén de energía. Dicha energía está siendo
constantemente utilizada en los movimientos musculares, en el trabajo del
corazón, los pulmones y el diafragma, en el metabolismo de las células
tisulares y sanguíneas, y en la labor del sistema telefónico sensitivo-motor de
los nervios. Además de todo esto, una tremenda cantidad de energía vital se
consume en todos los procesos intelectuales, emotivos y volitivos.

SUPERAD EL TEMOR A TRAVÉS DE LA FE

El temor agota la energía vital; éste es uno de los mayores enemigos de
la fuerza de voluntad dinámica. La fuerza vital que fluye habitualmente a
través de los nervios en forma constante, es exprimida de ellos de tal manera a
causa del temor, que los nervios mismos se comportan como si estuviesen
paralizados, y la vitalidad de todo el cuerpo se reduce. El temor no os ayuda a
alejaros del objeto que lo provoca, sino que solamente debilita vuestra fuerza
de voluntad. Urgido por el temor, el cerebro genera un impulso inhibidor que
actúa sobre todos los órganos del cuerpo, constriñendo el corazón,
interrumpiendo las funciones digestivas, y provocando numerosas otras
perturbaciones físicas. Cuando se mantiene la conciencia enfocada en Dios, no
se puede abrigar temor alguno; se dispone entonces de la capacidad para
vencer todos los obstáculos, a través del coraje y de la fe.
Un “deseo” es una aspiración carente de energía. Un deseo puede o no
ser seguido de una “intención”, esto es, del proyecto de realizar algo concreto,
de satisfacer, de hecho, un determinado anhelo. Más, “querer”, significa decir:
“Trabajo y trabajaré siempre, hasta que consiga cumplir mi deseo”. Toda vez
que ejercemos nuestra fuerza de voluntad, ponemos en acción el poder de la
energía vital; mas no sucede así cuando deseamos en forma meramente pasiva
el poder conquistar un determinado objetivo.

LOS ESFUERZOS RENOVADOS DESPUÉS DEL
FRACASO APORTAN UN VERDADERO
CRECIMIENTO

Incluso los fracasos deberían actuar como estimulantes sobre nuestra
fuerza de voluntad y sobre nuestro crecimiento material y espiritual. Toda vez
que se ha fracasado en cualquier proyecto, es conveniente analizar cada factor
en la situación, con el objeto de eliminar toda posibilidad futura de repetir los
mismos errores.
La estación del fracaso es el período más propicio para sembrar las
semillas del éxito. Aun cuando seáis azotados por el látigo de las
circunstancias, mantened la cabeza erguida. No importa cuántas veces hayáis
fracasado, tratad siempre una vez más. Aun cuando creáis que ya no podréis
continuar luchando, o que habéis hecho ya todo cuanto podíais, luchad
siempre, hasta que vuestros esfuerzos se vean coronados por el éxito.
Un breve relato aclarará el punto anterior. A y B se encontraban
luchando. Al cabo de un largo tiempo, A se dijo a sí mismo: “Un momento
más, y caeré desplomado”; mas, simultáneamente, B pensaba: “¡Sólo un golpe
más, y habré triunfado!” y, asestándolo, vio como A se desplomaba. Así
debéis ser vosotros: asestad siempre ese golpe final. Utilizad el invencible
poder de la voluntad para superar todas las dificultades de la vida.
Cuando, luego de un fracaso, reiniciamos nuestros esfuerzos con
renovado brío, tales esfuerzos son verdaderos agentes de crecimiento; mas,
para que den fruto, deben estar bien planeados e imbuidos de una fuerza de
voluntad dinámica y de una atención siempre creciente.
Suponed que habéis fracasado hasta el presente... ¿Qué importa eso?.
¿Acaso abandonaréis por ello la batalla?. Sería necio aceptar el fracaso como
un decreto del “destino”. Es preferible morir luchando, antes que abandonar
nuestros esfuerzos mientras exista aún una posibilidad de realizar algo más;
pues, aun cuando llegue la muerte, pronto deberéis reiniciar vuestra lucha en
otra nueva vida. Tanto el éxito como el fracaso, no son sino los justos
resultados de vuestras obras pasadas, más vuestras obras actuales. De modo
que deberíais estimular todos los pensamientos de éxito de vuestras vidas
pasadas, hasta que, una vez revitalizados, se tornen capaces de dominar la
influencia de todas las tendencias al fracaso que existan en vuestra vida
presente.
La diferencia entre un hombre de éxito y un hombre fracasado, no
reside en la cantidad o magnitud de las dificultades con que se han enfrentado
ambos, sino en que el primero, aun cuando haya afrontado quizás mayores
dificultades, ha dominado el arte de rechazar siempre toda idea de fracaso.
Deberíais transferir vuestra atención del fracaso al éxito, de las
preocupaciones a la calma, de las divagaciones mentales a la concentración,
de la inquietud a la paz, y de la paz a la divina dicha interior. Cuando
alcancéis este último estado de realización, habréis cumplido gloriosamente
con el propósito de vuestras vidas.

LA NECESIDAD DEL AUTOANÁLISIS
Otro secreto del progreso consiste en el autoanálisis. La introspección
es un espejo en el cual nos es posible contemplar algunos recodos de nuestra
mente; sin su práctica, éstos permanecerían ocultos a nuestra vista.
Hemos de diagnosticar la causa de nuestros fracasos y — haciendo un
balance de nuestras buenas y malas tendencias — analizar lo que somos, lo
que deseamos llegar a ser, y cuáles son los defectos que nos lo impiden.
Hemos de determinar primero cuál ha de ser la verdadera naturaleza de
nuestra obra personal — es decir, cuál es nuestra misión en la vida — para
aplicamos luego a la tarea de transformarnos en lo que deberíamos y queremos
ser. A medida que nuestra mente se mantenga cada vez más enfocada hacia
Dios, y nos sintonicemos así con su voluntad, progresaremos en nuestro
sendero con una seguridad cada vez mayor.
Aun cuando nuestro propósito fundamental consiste en encontrar
nuestro camino de regreso hacia Dios, tenemos que desempeñar también una
determinada labor en el mundo exterior. Y es la voluntad, combinada con la
iniciativa, lo que nos ayudará a reconocer y cumplir dicha labor.

EL PODER CREADOR DE LA INICIATIVA
¿En qué consiste la iniciativa?. Ella es una íntima facultad creadora, una
chispa del Creador Infinito en nuestro interior. Es ella quien nos dota del
poder de crear algo que nadie ha creado jamás, impulsándonos a realizar las
cosas en una forma nueva, original. Si observamos las obras de un individuo
de iniciativa, nos parecerán tan espectaculares como un meteoro. Creando algo
a partir aparentemente de la nada, dicha persona nos demuestra que lo que
parece imposible puede tornarse posible, a través del empleo personal del
tremendo poder inventivo del Espíritu.
La iniciativa nos capacita para pararnos sobre nuestros propios pies,
libres e independientes; es uno de los atributos del éxito.

CONTEMPLAD VUESTRA IMAGEN EN LOS DEMÁS

Muchos son los que suelen justificar sus propias faltas, mas juzgan
duramente las ajenas; deberíamos invertir tal actitud, excusando los defectos
de los demás, mas examinando crudamente los propios.
Puede que, en determinadas ocasiones, sea indispensable analizar a
otras personas; en tal caso, lo importante es recordar que, en el acto del
análisis, debemos mantener nuestra mente libre de todo prejuicio. Si
sostenemos un buen espejo firmemente en nuestras manos, reflejará los
objetos que coloquemos ante él en forma fiel, sin distorsión alguna; asimismo,
una mente imparcial actúa como un perfecto espejo firmemente sujeto, en el
cual se reflejan fielmente las imágenes de las personas, sin ser distorsionadas
por las oscilaciones de los juicios precipitados.
Aprended a ver a Dios en todos los hombres, independientemente de su
raza o credo. Sólo cuando comencéis a sentir vuestra unidad con todo ser
humano, conoceréis qué es, en verdad, el amor divino, y no antes. A través del
servicio mutuo nos olvidamos de nuestro pequeño ser, y vislumbramos al
único Ser infinito, al Espíritu que une a todos los hombres.

LOS HÁBITOS DEL PENSAMIENTO CONTROLAN
NUESTRAS VIDAS

Nuestros hábitos tienen el poder de acelerar o de retardar nuestro éxito.
Son nuestros hábitos mentales cotidianos los que modelan nuestras
vidas; ellas no se rigen tanto por nuestras inspiraciones pasajeras o por
nuestras brillantes ideas. Los hábitos del pensamiento funcionan como imanes,
atrayendo hacia nosotros determinados objetos, personas o condiciones.
Los buenos hábitos del pensamiento os capacitan para atraeros diversos
beneficios y oportunidades, mientras que los malos hábitos del pensamiento os
atraen hacia personas de mentalidad materialista y hacia ambientes
desfavorables.
Si aspiráis a acabar con un mal hábito, debilitadlo primero evitando toda
circunstancia tendiente a provocarlo o a estimularlo, mas evitad concentraros
en él, en vuestro celo por evadirlo. Encauzad luego vuestra mente hacia algún
buen hábito, cultivándolo en forma constante, hasta que se convierta
definitivamente en parte de vuestro ser.
Hay en nuestro interior dos fuerzas opuestas, entregadas a una lucha
constante. Una de ellas nos insta a hacer lo que no debiésemos, mientras que
la otra nos urge a realizar lo debido, lo que parece difícil; una es la voz del
mal, y la otra es la voz del bien, o de Dios.
A través de duras lecciones cotidianas, algún día llegaremos a ver
claramente que los malos hábitos alimentan el árbol de los insaciables deseos
materiales, mientras que los buenos hábitos alimentan el árbol de las
aspiraciones espirituales. Deberíamos concentrar nuestros esfuerzos cada vez
más en desarrollar exitosamente el árbol de nuestra espiritualidad, de modo
que podamos algún día cosechar de él el fruto maduro de la realización de
nuestro verdadero Ser.
Si sois capaces de liberaros de todo tipo de malos hábitos, y si sois
capaces de actuar correctamente porque os nace hacerlo — y no solamente
con el objeto de evitar el dolor que acompaña a una mala acción — sabed
entonces que estáis progresando de verdad en el Espíritu.
Solamente cuando desechamos de nosotros todos nuestros malos
hábitos, somos verdaderamente libres. Nuestras almas jamás conocerán la
libertad mientras no lleguemos a ser los verdaderos amos de nosotros mismos,
Paramahansa Yogananda – Las Condiciones del Éxito
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mientras no seamos capaces de obligarnos a realizar lo debido, aun cuando no
lo deseemos. En este poder de auto-control, yace la semilla de la libertad
eterna.
Se han mencionado ya diversos importantes atributos del éxito: los
pensamientos positivos, la voluntad dinámica, el auto-análisis, la iniciativa y
el auto-control. Numerosos libros populares destacan una o más de estas
condiciones, mas no prestan atención alguna al Poder Divino que yace en el
fondo de todas ellas. La “sintonización” (o armonización) con ¡a Voluntad
Divina constituye el factor más importante para atraer el éxito.
El poder de la Voluntad Divina es la fuerza que mueve el cosmos y todo
cuanto hay en él. Fue la voluntad de Dios la que arrojó las estrellas en el
espacio y es su voluntad la que sostiene a los planetas en sus órbitas, y dirige
los ciclos de nacimiento, crecimiento y decadencia en todas las formas de
vida.

EL PODER DE LA VOLUNTAD DIVINA

La Voluntad Divina no conoce fronteras; opera a través de leyes tanto
conocidas como desconocidas, tanto naturales como aparentemente
sobrenaturales.
Ella puede modificar el curso de un destino, resucitar a los muertos,
arrojar montañas al mar, y crear nuevos sistemas solares.
El hombre, creado a imagen de Dios, posee también en su interior esa
misma omnipotente fuerza de voluntad. La suprema responsabilidad del
hombre consiste en descubrir cómo mantenerse en armonía con la Voluntad
Divina; y ello se logra a través de la práctica de la meditación en forma
correcta.
Cuando actúa guiada por el error, la voluntad humana nos extravía; mas
cuando es guiada por la sabiduría, dicha voluntad humana se encuentra
sintonizada con la Voluntad Divina. Dios abriga un plan para cada uno de
nosotros, y si pudiésemos seguirlo fielmente, contaríamos con una guía
interior que nos salvaría de los abismos de la desgracia; mas frecuentemente
su plan se ve obscurecido por los conflictos de nuestras vidas, y perdemos así
dicha guía.
Dijo Jesús: “Cúmplase Tu voluntad”. Cuando el hombre sintoniza su
voluntad con la voluntad de Dios — la cual opera guiada por la sabiduría — él
está de hecho empleando la Voluntad Divina. Todos los hombres pueden
llegar a alcanzar la armonía perfecta con la voluntad del Padre Celestial, por
medio de la práctica de las técnicas correctas de meditación, desarrolladas en
la antigüedad por los sabios de la India.

DEL OCÉANO DE LA ABUNDANCIA

Tal como todo poder yace en la voluntad divina, así también todo don
espiritual y material fluye de la inagotable fecundidad divina. Con el objeto de
capacitarnos para recibir los dones de Dios, debemos desterrar de nuestras
mentes toda idea de limitación y de pobreza. La Mente Universal es perfecta y
no conoce carencia alguna; si deseáis poneros en contacto con tal infalible
fuente de abastecimiento, debéis mantener en vuestras mentes una conciencia
de abundancia. Aun cuando no sepáis de dónde podrá llegaros el próximo
centavo, evitad toda aprensión. Si realizáis vuestra parte en la faena, confiando
en que Dios realizará la suya, descubriréis que misteriosas fuerzas vienen en
vuestra ayuda, y que vuestros deseos constructivos se materializan
prontamente. Semejante confianza, así como también una conciencia de
abundancia, se pueden desarrollar a través de la meditación.
Puesto que Dios es la fuente de todo poder, paz y prosperidad, no
persigáis vuestros deseos ni os pongáis en acción jamás, sin comulgar con
El primero. Al proceder en esta forma, pondréis tanto vuestra voluntad como
vuestra actividad en la disposición adecuada para conquistar las más altas
metas. Tal como no podéis transmitir ningún mensaje a través de un
micrófono arruinado, tampoco es posible emitir plegaria alguna a través de un
micrófono mental descompuesto por la inquietud. Reparad, por lo tanto,
vuestro micrófono mental, y aumentad la receptividad de vuestra intuición,
por medio del ejercicio de una profunda calma interior; en esta forma os
capacitaréis tanto para transmitirle vuestros mensajes a Dios en forma
efectiva, como para recibir sus respuestas.
Una vez que habéis reparado vuestra radio mental y os encontráis
serenamente sintonizados con vibraciones constructivas, ¿cómo podéis hacer
uso de dicho instrumento psicológico para poneros en contacto con Dios? El
método correcto de meditación os aporta la vía.

LA VÍA DE LA MEDITACIÓN

A través del poder de la concentración y de la meditación, es posible
encauzar el inagotable potencial de nuestra mente en tal forma que nos
conduzca hacia la materialización de nuestros deseos, protegiendo a la vez
todas las puertas contra la entrada del fracaso. Todos los hombres y mujeres
de éxito dedican un tiempo considerable a la concentración profunda. Ellos
son capaces de sumergirse hondamente en el océano de sus propias mentes,
descubriendo allí las perlas de las soluciones correctas para los problemas que
les preocupan. Si aprendéis cómo retraer vuestra atención de todos los objetos
de distracción, concentrándola por entero en un solo objeto, aprenderéis
también cómo atraer a voluntad todo cuanto necesitéis.
Antes de comprometeros en cualquier asunto de trascendencia, sentaos
serenamente, aquietad vuestros sentidos y vuestros pensamientos, y meditad
profundamente; seréis guiados entonces por el gran poder creador del Espíritu.
A continuación, deberéis emplear todos los medios materiales necesarios para
conquistar vuestra meta.
No necesitáis en vuestra vida sino solamente aquellos objetos que os
servirán de ayuda en la realización de vuestro propósito fundamental. Todo
aquello que tal vez deseáis, mas no necesitáis, puede desviaros de tal
propósito. Sólo se alcanza el éxito cuando se subordina todo lo demás en
función de nuestro objetivo primordial.

¿EN QUE CONSISTE EL ÉXITO?

Deteneos a pensar si acaso la conquista de la meta que habéis elegido os
habrá de significar o no el éxito. ¿Qué es lo que constituye el éxito?. Si
disponéis, por ejemplo, de salud y de riquezas, mas tenéis conflictos con todo
el mundo — incluso con vosotros mismos — no es ciertamente una vida
exitosa la vuestra. Vana se vuelve nuestra existencia cuando no podemos
encontrar en ella la felicidad. Cuando perdéis vuestra fortuna, habéis perdido
poco; cuando perdéis la salud, habéis perdido algo de mayor trascendencia;
mas cuando perdéis vuestra paz mental, entonces habéis perdido, en verdad,
el mayor tesoro.
El éxito, por lo tanto, debería medirse por el criterio de la felicidad, es
decir, por nuestra capacidad para permanecer en serena armonía con las leyes
del cosmos. No es posible medir correctamente el éxito aplicando los
barómetros mundanos de la riqueza, el prestigio y el poder, ya que ninguno de
ellos garantiza la felicidad, salvo que sean empleados en forma correcta. Y
para poder hacer un uso correcto de tales dones, debemos poseer sabiduría, y
amar a Dios y a los hombres.

SOIS VOSOTROS MISMOS QUIENES OS PREMIÁIS
Y OS CASTIGÁIS

Dios no os premia ni castiga. El os ha dotado del poder, de autopremiaros
o de auto-castigaros, por medio del uso o abuso que hagáis de
vuestra propia razón y de vuestra fuerza de voluntad. Cuando se transgreden
las leyes de la salud, la prosperidad y la sabiduría, inevitablemente se debe
sufrir la enfermedad, la pobreza y la ignorancia. Así pues, deberíais fortalecer
vuestra mente, y rehusar continuar soportando la carga de vuestras propias
debilidades psicológicas o morales, adquiridas en el pasado: quemadlas en el
fuego de vuestras divinas resoluciones presentes y de vuestras buenas obras
actuales; a través de esta constructiva actitud, alcanzaréis' la libertad.
La felicidad depende en cierto grado de las condiciones externas, pero,
fundamentalmente, de nuestras actitudes mentales. Para ser felices deberíamos
poseer buena salud, una mente equilibrada, una vida próspera, un trabajo
adecuado, un corazón agradecido y, por sobre todo, sabiduría o conocimiento
de Dios.

TOMAD LA RESOLUCIÓN DE SER FELICES

Si adoptáis la firme resolución de ser felices, ella os ayudará. No
aguardéis a que las circunstancias se modifiquen, pensando erróneamente que
es en ellas en donde yace el problema. No hagáis de la infelicidad un hábito
crónico, afligiendo así a quienes os rodean y a vosotros mismos. El hecho de
que seáis felices constituye una verdadera bendición, tanto para vosotros
mismos como para los demás. Si poseéis la felicidad, lo poseéis todo; ser feliz
es estar en armonía con Dios. Tal capacidad de ser feliz viene a través de la
meditación.
Poned en acción el poder que ya tenéis, empleándolo en propósitos
constructivos, y desarrollaréis así mayor poder. Avanzad en vuestro sendero
con una actitud de inquebrantable determinación, empleando todos los
atributos del éxito en vuestra empresa. Sintonizaos con el poder creador del
Espíritu. Estaréis entonces en contacto con la Inteligencia Infinita, capaz de
guiaros y de resolver todos vuestros problemas. Así, desde la dinámica Fuente
de vuestro ser, manará un ininterrumpido flujo de poder, que os capacitará
para desempeñaros en forma creadora en cualquier esfera de actividad.
Antes de decidir cualquier asunto de trascendencia, sentaos en silencio,
pidiéndole al Padre su bendición. Si obráis así, en el fondo de vuestro poder,
actuará el poder de Dios; en el fondo de vuestra mente, estará su mente; y en
el fondo de vuestra voluntad, su voluntad. No podéis fracasar si Dios trabaja
con vosotros; y cuando así sucede, todas vuestras facultades aumentan su
poder. Cada vez que realizamos nuestro trabajo con la idea de servir a Dios,
recibimos sus bendiciones.
Aun cuando vuestro trabajo en esta vida sea humilde, no os sintáis
obligados a justificaros por ello; sentíos más bien orgullosos de estar
cumpliendo con la tarea que el Padre os ha dado. El os necesita en vuestro
lugar particular; no todos pueden desempeñar el mismo papel. Mientras
trabajéis con el objeto de complacer a Dios, todas las fuerzas cósmicas
colaborarán armoniosamente con vosotros.

VUESTRO VERDADERO HOGAR

Cuando convenzáis a Dios de que le deseáis a El por sobre todo lo
demás, estaréis en armonía con su voluntad. Cuando continuáis buscándole, a
pesar de todos los obstáculos que surgen a vuestro paso para alejaros de Él,
estáis empleando la voluntad humana en su forma más altamente constructiva.
Y es en esta forma como pondréis en movimiento, la ley del éxito, conocida
por los sabios de la antigüedad, y comprendida por todo hombre que haya
triunfado verdaderamente en la vida. El poder divino está en vuestras manos,
si realizáis un decidido esfuerzo por hacer uso de él para alcanzar la salud, la
felicidad y la paz. En la medida en que abarquéis estas metas en vuestra vida,
avanzaréis en verdad por el camino de la autorrealización (o realización de
vuestro Ser espiritual), hacia vuestra verdadera morada en el Ser.