jueves, 20 de abril de 2017

Invictus


Solis Invictus, Sol Invencible...
El sol invencible es el Cristo.
El Sol detrás del sol, el Verbo, la Palabra, la Vida y mil acepciones más son solamente descripciones de una sola cosa.
En la Vedanta es Swarupa, el Ser invencible y sin temor.
Aupados y armados con este conocimiento primordial ya podemos observar desde nuestra atalaya con esa divisa paulina que dice "examinadlo todo, retened lo bueno".
Como se dice de Bezaleel en Éxodo 35:31
"Y lo ha llenado de sabiduría, de inteligencia, de conocimiento y de toda clase de arte," 

Dentro de las presentaciones de perlas de conocimiento en este blog, aleatoriamente se eligió un texto el cual se transcribe literalmente, no sin antes comentarlo del modo más neutral y céntrico posible.
Es algo caótico, se mezclan "churras con merinas", superficial o incompleto en ocasiones y desconectado de la Fuente...
No obstante este escrito contiene buenas descripciones de esa fuerza fuente de toda fuerza, el motor de la creación y la vida de las cosas.


El Sol invencible
Por Timothy J. O'Neill

Los chamanes, los alquimistas y los herreros comparten una característica tan sorprendente como sobresaliente, todos ellos han logrado dominar el fuego, y cada uno
de esos maestros del fuego es un experto en el arte de la transformación.
Desde el despertar de la consciencia humana, quedó en claro que el fuego y el calor encierran el misterio del cambio, de la muerte y del renacimiento. 
Aquello que se consume por medio del fuego, a menudo se convierte en la semilla de una nueva vida,
como puede comprenderlo cualquier persona que haya visto la forma en que vuelve a crecer la vegetación luego de un incendio forestal. Los hombres primitivos también se
dieron cuenta de que la fuente más potente del fuego es el sol, y que este es el origen o la base de la vida y del ser. 
El calor de la piel, el calor de los órganos internos, la pasión, la emoción, y el entusiasmo de vivir, esos seres primitivos comparaban todas esas cosas con la tierna calidez del sol. 
Hasta que llegó un momento en que el eslabón sutil o esotérico que unía al ser humano con el sol se convirtió en parte de las enseñanzas tradicionales de las grandes escuelas de filosofía. Se pensaba que el sol era el centro de la gran fuerza motor universal de la evolución y de la vida misma.
Dado que la alquimia es una de las tradiciones filosóficas y místicas más prominentes, se puede definir sencillamente como el arte de acelerar la labor lenta y paulatina que
lleva a cabo la naturaleza para alcanzar la perfección universal, que se hace aparente en el procedimiento de la evolución biológica. En nuestro contexto, el fuego solar de la
evolución es lo que acelera la labor refinada y perfeccionista de la alquimia.
Sin embargo los alquimistas aprendieron enseguida que el calor ilimitado de la fuerza solar se consume demasiado rápido e intensamente por sí mismo. Esa es la razón por la
que al llevar a cabo experimentos de alquimia el sol rara vez se separa de su eterna compañera que es la luna, la cual se destaca por sus corrientes húmedas, frescas y vaporosas.
Los alquimistas a menudo representaban esta unión oculta entre los opuestos (el sol y la luna) como un matrimonio místico, o como el ciclo que se establece al caer el
rocío y aumentar la humedad.
Como ustedes sabrán, en la antigüedad y en la Edad Media se creía que cuando el calor del sol de la mañana calentaba la tierra fría y mojada, el vapor que surgía se elevaba
para luego caer en forma de rocío. En la actualidad ya sabemos que ese procedimiento es mucho más complejo. Sin embargo, los ciclos típicos que representan el calor y el
frío, la sequedad y la humedad, el fuego y el agua, demuestran a la perfección la armonía y el equilibrio del sol y de la luna que moran en el núcleo del proceso alquímico.
El famoso Mutus Liber o "Libro Mudo" explica detalladamente el proceso alquímico relacionado con la forma en que circula el rocío. La evolución se acelera al igual que las fuerzas solares y lunares y actúan en conjunto para acelerar el movimiento de la rueda de la vida, y a final de cuentas se obtiene el "oro" perfecto o la esencia más pura posible que hay en un objeto o en una persona que ha pasado por un proceso alquímico. En las tradiciones relacionadas con la alquimia esotérica, el alquimista mismo era el objeto
del proceso. Su intención era la de alcanzar la perfección espiritual.
En este momento es importante comprender que los alquimistas empleaban las fuerzas verdaderas del sistema solar material para llevar a cabo su arte, pero a menudo se
referían a fuerzas más sutiles y etéreas, que sólo eran aparentes cuando se contaba con un sentido de percepción espiritual más refinado. La aparente sencillez del proceso de
circulación solar contradice a una ciencia alquímica sumamente compleja y sutil que funciona en el mundo invisible del espíritu. 
Nuestro sol material sólo manifiesta el aspecto más burdo de la fuerza concentrada de la vida y de la evolución.
Una gran piedra filosofal...
De hecho también hay soles continuos, sutiles o "etéreos" que coexisten en todos los niveles posibles de la existencia con el sol material. Un alquimista hábil aprende a separar esos niveles diferentes del cuerpo invisible del sol, de los componentes refinados que lo conforman. 
Así el "Sol Negro" representa un caos solar fértil, o el nivel
más desorganizado o primitivo de la fuerza evolutiva. El «Sol Verde« representa un nivel más armonioso de la fuerza de vida con poderes curativos, y el "Sol Dorado" o «Sol
Rojo" representa la pureza de la fuerza solar elevada a su potencial innato más alto de evolución. 
En ese punto de la existencia sutil del sol es cuando se pone en marcha una enorme piedra filosofal, que actúa como un agente para que evolucionen las ondas vivificantes de todo el sistema solar.
La comprensión que logra un alquimista de esta fuerza increíblemente profunda ypoderosa que emana del sol etéreo,  se conoce en las tradiciones esotéricas como un
aspecto del “Amanecer Dorado” o del verdadero despertar espiritual. 
Este tipo de experiencia esta plasmado a la perfección en la famosa obra alquímica del siglo XVI titulada Splendor Solís, o "El esplendor del sol", que se le atribuye a Solomón
Trismosin, supuesto maestro del gran Paracelso. Ese importante escrito esotérico se dirige a la fuerza motriz de toda la transmutación, y describe en forma alegórica, la
evolución del sol como si éste fuera una piedra filosofal en sí.
Desde luego que esta sutil fuerza solar no sólo se conoce en las tradiciones occidentales. En el Oriente esa fuerza evolutiva se conoce como “kundalini” o “Baraka”,
y también está dividida en aspectos solares y lunares. En las tradiciones orientales, el arte de hacer circular las corrientes solares y lunares sutiles se ha reducido a una
precisión casi matemática, tal y como lo describe Paramahansa Yogananda en su libro
Autobiografía de un Yogi. En ese libro el autor describe en detalle la ciencia alquímica antigua en términos de un sistema solar interno dentro del cuerpo humano. Ese
concepto también se conoce en occidente, como lo comprueba la obra del gran doctor,
hermetista y apologista rosacruz Robert Fludd.
Todo el arte del Yoga Kundalini en Oriente involucra la cuidadosa circulación y la armonización en el organismo de las corrientes solares ardientes y de las corrientes
lunares refrescantes. Esas fuerzas giran alrededor de la columna vertebral en un gran círculo para llegar casi a la misma meta que se ha fijado la alquimia esotérica
occidental, que es la de realzar la evolución espiritual de quien lo practica acelerando la rueda de la vida. Las obras de Arthur Avalon (Sin John Woodroffe) incluyen muchos
detalles del sistema oriental, especialmente su famoso libro The Serpent Power (El poder de la serpiente).
Uno de los ejemplos más emocionantes del increíble poder de la fuerza solar viene descrito en la autobiografía clásica de Gopí Krishna que se titula: “Kundalini, la energía
evolutiva del hombre”. Mientras practicaba ejercicios de yoga, Gopí Krishna despertó accidentalmente el poder de la fuerza solar total, lo que le causó imponentes y
poderosos resultados mentales, espirituales y físicos. Después de un gran esfuerzo, logró estimular la corriente refrescante y mediadora de la luna con lo que equilibró la
"aridez" característica del sol. La experiencia de este hombre, les da mucho material que aprender a los estudiantes de alquimia occidentales, así como una gran percepción
de la naturaleza esencial de la fuerza solar.
Hay otro aspecto del sol que también se relaciona con la alquimia esotérica en su empeño por contribuir a la evolución de la humanidad. Durante el Imperio Romano,
varias religiones misteriosas, como por ejemplo los Mitras, los Aiones y Sol Invictus (El sol invencible) consideraban al sol como un símbolo de la verdadera esencia del ser, la
luz brillante de la consciencia que en medio de la oscuridad que envuelve a la carne, resucitaría a la luz del espíritu mediante el proceso de la iniciación.
Dado que la iniciación a los misterios representa un proceso de transformación, entonces guarda un gran parecido con los procesos alquímicos. Según ese patrón, todos
poseemos un "sol" interno en el centro exacto del cuerpo; por la general se cree que está ubicado en la región del plexo solar. El alquimista se vale de ese sol interno junto
con el sol real y las estrellas en el cielo, para llevar a cabo la ciencia del perfeccionamiento espiritual, buscando la gran "Harmonia Mundi" o "armonía mundial".
Así el sol interno es el verdadero "fuego central" del proceso alquímico (la fuente naciente de calor que acciona la Rota Mundi o la gran rueda de la vida. Naturalmente,
la rueda de la vida es una analogía natural del recipiente esférico del alquimista, el cuerpo sutil en forma avalada o alambique, en el que la fuerza solar circulante realiza
su magia. Platón la describe en su obra Timareus (Timeo) como la figura andrógina del alma en forma de esfera. Ese sistema solar interno y sutil es el verdadero microcosmos
o "pequeño universo" que refleja el universo exterior por media de la esencia matemática y geométrica. El sol, que es el regente poderoso del universo, es la personificación de la fuerza ardiente que nos motiva a través de las cámaras infinitas de la existencia. Por la tanto, la alquimia en verdad es un arte solar, un sendero que nos lleva hacia el sol.

Referencias:
Avalon, Arthur (Sir John Woodroffe), The Serpent Power, Dover Publicotions, 1974.
Godwin, Joscelyn, Mystery Religions in the Ancient World, Harper and Row, San
Francisco, 1981.
Godwin, Joscelyn, Rohert Fludd, Hermetic Philosopher and Survey or of Two Worlds.
Shambala Publications, Boulder, 1979.
Krishna, Gopi, Kundalini: The Evolutionary Energy in Man, Shambala Publications,
Berkeley, 1971.
McLeon, Adam, A Commentary on the Mutus Liber, Magnum Opus
Hermetic Sourceworks. Edinburgh. 1982.
Trismosin, Solornon, Splendor Solis, Yogi Publication Society, Chicago

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